domingo, 18 de diciembre de 2011

Y comprendí que todo había acabado. Que ya no lo volvería ver, o almenos no con la misma frecuencia. Que los tiempos de mirarlo sin disimulación alguna habían terminado, que esos segundos en los que le pasaba por al lado y nuestras miradas se entrecruzaban ya no iban a ocurrir nunca más. Entendi que no volvería a sentir esa descarga eléctrica al notar como el me miraba, cuando le dedicaba por lo menos una palabra, que no volvería a sentir el roce de su piel al saludarlo en un día de valentía. Nada de eso volvería a ocurrir. Sabía a la perfección que él en poco tiempo se olvidaría de mi, que ya no me recordaría. Sabía en cambio que nunca podría olvidarlo. Y eso, dolía, dolía demasiado.